miércoles, 18 de junio de 2008

No dormir

¿Calor?

No, una brisa suave y fresquita entra por la ventana y apunta a mi cara.

¿Aburrimiento?

Imposible, en tal caso ya me habría dormido.


Entonces, ¿qué es?

Situaciones se entrecortan con letras de canciones que buscan darle un significado, aunque sea falso.

Recordar frases exactas del día, de la semana, del mes y de toda la vida; desde las últimas palabras que mi abuelo me dedicó (y que siempre me hacen llorar), hasta las que no me dices.


Cabalgando sobre cábalas, no sabes como acabarás; igual encuentras el sentido de todo, que te pasas la noche en vela, ahí, sobre tu corcel verde fluorescente.



Es todo tan difícil algunos días. Son tan largos esos días, tan difíciles de acabar.

Necesito llorar y no tengo ningún hombro cerca; y los que están cerca también lloran y necesitan el mío, y, ni sé, ni puedo negárselo.

Es todo tan difícil cuando ves fácil lo que antes así te parecía y buscas el momento de volver a tenerlo. Y buscas el modo de hacer las cosas bien. Y te dan palos y te mueven del camino, y subes los últimos escalones medio encorvado, pero siempre hay otro piso más.

Necesito un beso y un abrazo. Bueno no, en realidad necesito como varios millones para quedar en paz. Necesito que pases la mano por mi cabeza y juegues con un rizo de ella.



En realidad no me gusta lo que hago, pero no sé salir solo de ello y cuando pasan estas cosas me desmorono un poco más y sólo consigo...



No dormir.

lunes, 16 de junio de 2008

Tropiezos

No hay remedio contra el tedio,
ni contra el baho de los cristales
cuando llueve y hace frío.

Todo casi quema tanto como un llanto;
como un beso, como un café expresso.

Es difícil contar de tres en tres restando siete,
pero se puede.
Es fácil que te vean, pero no que te miren;
que oigas, pero no que asimiles.

Así miles han pasado,
contemplando las baldosas que avanzaban por su lado.

Y es que no por andar mucho se llega más lejos.

Por querer ser como nadie

No soy ni como yo mismo.

Y buscando mi camino,
me di cuenta de que era yo quién ponía los adoquines.

La entropía me ha atrofiado,
pero me ha dado mucho.
Tengo el suelo lleno de juguetes
para hacer una guerra con disparos invisibles.

Y entonces gano yo.